Remunicipalización del agua (III)

Voy aclarando conceptos en el tema del agua. Aunque mi tendencia es a economizar en casi todo, como ciudadana acomodada en una sociedad donde el grifo me facilita el acceso al agua, como si de algo natural se tratase, no me había planteado ciertas cosas. Y creo que a estas alturas es importante hacer eco de voces críticas, inteligentes, solidarias y de sentido común, por el bien común.

Voy a basar todo lo que digo aquí en el discurso de Pedro Arrojo, del que pongo un enlace más abajo. Podéis elegir entre leer este resumencillo,  o escucharle a él, lo cual os será de mucho más provecho, puesto que tiene un discurso muy ameno y asequible.

La cosa es que la visión economicista y neoliberal en que estamos inmersos mitifica el mercado situándolo como la mejor fórmula de funcionar. Hemos de ser capaces de ver que no siempre el mercado sabe hacer las cosas. En bienes que no son sustituibles por otros equivalentes, y que su función es estratégica el mercado no funciona y ahí hay un reto político.

El agua es imprescindible para la vida y el mercado no es adecuado para tratar este recurso.

El agua en ríos, lagos, mares, acuíferos compone un ecosistema vivo, y el uso que se hace de ella tiene unas repercusiones para  la vida. Lo que puede ser excelente para los beneficios de una empresa que explota un determinado bien y a corto plazo, puede ser un atentado para los seres vivos, a corto, medio y largo plazo.
La ley europea ya dice que hemos de pasar de una gestión de recurso a una ecosistémica y tiene como objetivo para 2015 recuperar el buen estado ecológico de nuestros ecosistemas acuáticos.

Así, a mi entender, con el agua no se juega, y es imprescindible una gestión de control social participativo que prime la transparencia, la eficacia y conlleve una lógica de sostenibilidad, es decir que los ciudadanos tenemos que armar el entramado que controle lo que se hace con este bien tan importante, y hemos de tener poder de decisión. Veremos porqué.

Muy acertadamente Arrojo incide en las funciones del agua como modo de establecer un debate ético sobre este bien y ver cómo nos organizamos para su utilización.

Establece cuatro funciones:

Agua-vida:  El agua ligada a un derecho humano, y por tanto ni se compra ni se vende. A nivel europeo se habla de un consumo mínimo de agua de calidad, por persona y día de unos 30-40-50 litros de agua de calidad.

Agua-ciudadanía:  El agua ligada a un derecho de ciudadanía, de acceso universal, de saneamiento, que mantenga unos niveles de dignidad a los ciudadanos...
Lo ideal: un modelo de economía pública, que priorice un consumo responsable y no pretenda hacer negocio. Mantener esto vale un dinero y la propuesta es un sistema tarifario por tramos de consumo litros-persona-día:
                   0-50 l  : gratis
                  50-100 l: precio de coste.
                  100-200 l: doble tarifa.
                  a partir de 500 l : cuatro veces la tarifa.
Así se cubre un servicio público y se redistribuye costes, permitiendo el acceso hasta las clases más desfavorecidas.

Agua-economía: el agua utilizada para mejorar nuestras condiciones de vida por encima de los niveles de suficiencia. Es legítimo pero no debe estar por delante de los derechos humanos de acceso universal y de mantenimiento de los ecosistemas. Es decir necesitamos agua para la industria y otros menesteres, más allá de lo básico, siempre teniendo en cuenta la sostenibilidad de los ecosistemas.

Agua-delito : aquí entraría el campo de las acciones que van en perjucicio de los ecosistemas y que deben perseguirse, ilegalizarse y eliminarse por ir en contra de la propia vida.

Y teniendo en cuenta estas funciones, el mercado, que sólo entiende de explotación de recursos, de apropiación, no es el mecanismo para enfrentar este debate ético.

Añade Arrojo, para que entendamos dónde nos movemos, que los tres modelos de privatización que se han dado en el mundo son:

El chileno, donde los ríos están privatizados y Endesa maneja el cotarro, y en el que para cambiar el modelo de propiedad deberían cambiar la Constitución porque el dictador, que implantó el sistema, dejó ligada la Ley de aguas a la misma. "Amoroso" con el pueblo que era...

El del Reino Unido, que privatiza las redes urbanas y los servicios, dejando pública la propiedad de ríos y ecosistemas. Es algo menos drástico que el anterior pero no se ha extendido.

El moldelo francés o mixto, que se ha extendido, y que tenemos en Barcelona, en que se reparte la propiedad entre lo público y lo privado y en el que acaba tomando decisiones quien tiene la información del cómo se hacen las cosas, que es la parte privada, aunque no tenga la mayoría financiera. Arrojo, tras investigar, nos explica  que este sistema hace perder competencia al mercado  por el enorme poder que ostentan las empresas grandes del sector del agua, y que sólo compiten por obtener la concesión de explotación para un montón de años, dado que el agua es un monopolio natural que facilita estos procesos. Estas grandes compañías son las que tienen el mercado de inputs secundarios, la tecnología (I+D+I, patentes de sistemas de ósmosis, patentes de robotización de fugas...) y se blindan,  e imponen sus condiciones. Y es ahí donde están el mayor valor añadido y el mayor negocio. Y el mayor desastre si no somos capaces de remediarlo.

Dicho todo esto la clave está en el control del servicio. Hemos de crear un nuevo sistema participativo y social de control de sectores como el agua, que son de interés general y que no podemos permitir que estén en manos privadas, o como mínimo debieran estar bajo custodia y control de este poder ciudadano, que fuera rotativo e incorruptible.

Discurso imprescindible de Pedro Arrojo sobre el agua y su tratamiento como bien y como derecho humano.

Doy las gracias a mentes lúcidas como la de Pedro Arrojo, y a su capacidad de análisis y comunicación y os dejo el enlace donde explica todo esto. Pásalo si crees que es interesante que la ciudadanía conozca estas cosas,  para entre todos ir construyendo una alternativa al mercado en el tema del agua.