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12 de mayo de 2018

La eutanasia y la hipocresía social

Vivimos algunas situaciones complicadas en la vida, que nos llevan a replantearnos los convenios sociales que tenemos estipulados y que nos obligan a obedecer leyes que deberían cambiar ya. Me refiero hoy a la eutanasia. Entiendo que hay creencias que chocan con ella y me pregunto al respecto si no es más crimen alargar por días una agonía sin retorno que facilitar una muerte digna, acompañando a ese ser que ya no tiene más posibilidades en este mundo.
Sinceramente, y perdonénme quienes no compartan mis ideas, me parece terrible y un "pecado mortal" no hacer nada. Utilizo estas palabras, que siguen en uso en algunos sectores, para que todas las personas me entiendan. Estoy casi segura de que ese Dios en el que muchas personas creen, y que dicen que es misericordioso, no obedecería unas leyes tan poco compasivas. Ver como una persona agoniza por días, sin retorno posible, hecha un cadaver ya, piel y huesos, y no poder hacer nada como civil es indigno. Pero no es sólo que no podamos hacer nada porque la ley lo prohibe, es que social y personalmente aún es general la idea de que ayudar a morir, es matar. Me parece que somos patéticos. Es necesario que esta sociedad dé un paso a la edad adulta. De nuevo en el Parlamento estos días se ha hablado de la eutanasia. De nuevo la derechona rancia de este país vuelve a poner las mismas trabas de siempre, obedeciendo el dictado de una Iglesia aún poderosa y que en un Estado que se dice laico produce urticaria. Respeto plenamente todas las creencias y  las voluntades. Por eso pido que el Estado modifique las leyes de forma que todas las personas estén en disposición de poder decidir sobre estos menesteres en libertad. Son asuntos muy íntimos. Una ley de la eutanasia es necesaria, para acercarnos a las democracias europeas más adelantadas. ¡Qué aún, en pleno XXI tengamos que estar hablando de estas cosas...! Y doy gracias a los adelantos en medicina que permiten, al menos, que la persona que agoniza lo haga dormida o/y sin dolor, lo cual ha significado un avance, aunque insuficiente.
Pido desde aquí a las personas de Fe que dejen de inmiscuirse en la vida y la muerte del prójimo, y que cada cual decida cómo quiere vivir y cómo quiere morir. Eso sería lo correcto, más allá de las creencias de cada cual. 









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