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4 de mayo de 2016

Erich Fromm: El arte de amar





Escribiendo mi libro Tiempos para la vida, ha vuelto a caer en mis manos El arte de amar, de Erich Fromm, que leí hace media vida, allá por los ochentas. ¡Arggg!, me voy haciendo mayor... 
La cosa es que estoy encantada de esta relectura, tanto que necesito recomendaros desde aquí a que lo leáis también. Es simplemente magnífico. Permite una comprensión tan fácil de lo evidente, que me preocupa que los temas que trata nos pasen tan desapercibidos en nuestras vidas, de forma que las vivimos de forma tan inconsciente que me apena. Algo tan importante como el vacío insoportable que nos genera el sentimiento de separatidad, una vez que empezamos a ser, más allá de la figura de la madre, en nuestros primeros años de vida, y las fórmulas que adoptamos para sobrevivir a esa experiencia, son temas que, a mi modo de ver, se deberían explicar en la enseñanza obligatoria secundaria. 
Leyendo el primer capítulo nos explica los distintos modos que escogemos para escapar a esa separatidad. En algunas sociedades lo conseguían a través de prácticas orgiásticas. En la nuestra, la mayoría adopta el conformismo, adoptando los modos generalmente aceptados de funcionar sin plantearse lo auténticamente genuino. Algunos entran en adicciones a drogas, alcohol o sexo compulsivo. Todos son mecanismos para huir del sentimiento de estar solos irremediablemente, unos más destructivos que otros, pero en esencia persiguen sofocar la angustia que provoca el aislamiento.

Erich Fromm, imagen tomada de www.angelfire.com
Ayer leía algunos párrafos sueltos y me resistía a entrar en la creencia de que las cosas no pasan porqué sí. Casi me asusté leyendo un párrafo que me venía como anillo al dedo, ahora que estoy cuestionando la aceptación sumisa a un trabajo en unas condiciones que no son del todo las que deseo para mi vida ahora. Y a medida que leía me iba diciendo "¡a ver si a estas alturas acabaré creyendo que todo pasa por algo!".  Leía a Fromm y apunto aquí el párrafo mágico que me resultó tan cercano:
"Tener fe (1) requiere coraje, la capacidad de correr un riesgo, la disposición a aceptar incluso el dolor y la desilusión. Quien insiste en la seguridad y la tranquilidad como condiciones primarias de la vida no puede tener fe; quien se encierra en un sitema de defensa, donde la distancia y la posesión constituyen los medios que dan seguridad, se convierte en un prisionero. Ser amado, y amar, requiere coraje, la valentía de atribuir a ciertos valores fundamental importancia- y de dar el salto y apostar todo a esos valores-."
Y en estas disquisiciones ando, tener fe en que otra forma de vida es posible si me arriesgo, y ser capaz de aceptar los posibles fracasos, y si decido la seguridad, entender que eso me lleva a ser prisionera. Y de ahí la maravilla, o la desgracia, según se mire, de tener conciencia. Es la disyuntiva entre dos paquetes distintos: saber y ser infeliz, o ignorar siendo feliz. Elijo el conocimiento aunque la mayor de las veces es desgarrador. Y leyendo a Fromm me doy cuenta de que mi fórmula de trascender el sentimiento de separatidad es el conocimiento. Lo sé porque ahora mismo estoy apasionada leyéndolo y resonando con casi todo lo que dice, porque colma mi gran necesidad de entender sobre lo humano. Os dejo y vuelvo con mis pájaras.





(1) Erich Fromm, El arte de amar, editorial Paidós Studio, pág.122.
Aquí Fromm utiliza la palabra fe, dándole un sentido de fe racional en contraposición con la fe irracional. La primera da la medida de la confianza en lo que uno cree que es posible en función de las propias capacidades, y experiencia mental o afectiva. La segunda es la confianza en algo que no controlo, de forma sumisa a una autoridad irracional.

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