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11 de mayo de 2011

Plasticidad cerebral. Leyendo a José Antonio Marina

En el suplemento cultural de la Vanguardia de hoy, aparece una entrevista-artículo de mi admirado filósofo-científico-educador José Antonio Marina. Acaba de publicar nuevo libro, enlazando con sus trabajos anteriores sobre educación y sobre la evolución de nuestras sociedades, en esta ocasión profundiza en el estudio de la maleabilidad y potencialidad de nuestro cerebro y en concreto abre un camino interesantísimo acerca de la necesidad de ejercitar esa potencialidad en nuestros pequeños. Sus detractores le tacharán de querer manipular voluntades. Se equivocan .
Hace tiempo sigo sus teorías y me consta que además de teorizar, actúa y crea escuela. A mí me cautiva su hacer y su intención que claramente persigue una sociedad mejor. Y para ello se centra en la educación como pilar fundamental para conseguir que los ciudadanos lleguen a ser personas con capacidad crítica, empática, con capacidad de acción.
Nuestro mundo necesita que las personas sean capaces de entender que como especie, nuestra supervivencia no será posible, en buenas condiciones, si no colaboramos y creamos un modo de organizarnos que permita a todos un lugar desde el que aportar utilidad al colectivo. La idea es tender a un modelo organizativo mejor que el que conocemos y para ello valernos de la inteligencia que poseemos, dándonos cuenta de lo estúpidos que podemos llegar a ser.

Para mí es fundamental ser conscientes de nuestros límites físicos. Ser conscientes de dónde estamos y qué ocurre. Y del derecho que tenemos a la libertad y de la obligación de garantizarla a los demás, siempre con absoluto respeto. Para esto, y como seres humanos que somos, necesitamos formación y amor básicamente. Así se posibilita la seguridad para ser capaces de acción y logros.
Ser conscientes de nuestras necesidades como individuos y también de nuestras necesidades como colectivo que engloba muchos individuos. Con esto quiero decir que necesitamos un modelo organizativo que permita SER al individuo. SER, eso que en nuestras prisas cotidianas parecemos haber olvidado. Volver a gozar de un tempo humano: poder pasear, poder compartir con amigos, pararse a respirar profundo…, sentirse valioso, libre, respetado… Un modelo organizativo que conforme unas reglas de juego que den cabida a la diversidad que somos.
Es evidente que también necesitamos TENER porque las necesidades no son todas espirituales.
Hasta la fecha y desde que el mundo es mundo no acabamos de ponernos de acuerdo porque no tenemos consciencia de hasta qué punto podríamos mejorar nuestra situación como especie con una mejor organización.
No somos todos iguales. No aspiro a la uniformidad.  Y a la vez sí me gustaría que fuésemos conscientes de que acumular riquezas sin límite en pocas manos sin que sea utilizada para mejorar el mundo, no es el camino.  

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