Con ánimo de aprender

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6 de mayo de 2011

Leyendo a Gao Xingjian

Leyendo una entrevista al escritor Gao Xingjian , Nobel de Literatura en el 2000, me ha llamado la atención su respuesta sobre si ve alguna esperanza para este mundo y afirma que lo único que le parece que se puede hacer es “controlarnos a nosotros mismos siendo lúcidos y  “despertar la compasión y la consciencia a nivel individual” .
Alguien que padeció la Revolución cultural en sus propias carnes, opina sobre la necesidad de acabar con todos los “ismos”, que llegan a causar mucho más sufrimiento que las catástrofes naturales. Insta a que a nuestros hijos les instruyamos en la necesidad de ser críticos, de tener pensamiento propio, de no conformarse con lo que parecen las cosas. De sus padres, amantes del arte y la literatura aprendió que se puede ser feliz.
Con los años me doy cuenta de cómo a lo largo de la historia se van alternando  períodos de cambios y revolución con períodos de estabilización y otros de clara involución. Y es ahora en los inicios de un período de involución evidente cuando precisamente se produce esta movilización en la calle, y un número esperanzador de personas sale a la plaza pública con el lema ¡Indignados!.
 Si bien es cierto que a nivel tecnológico vamos hacía adelante, a una velocidad de vértigo, nuestra capacidad de convivencia armónica, como seres inteligentes que se supone que somos, no dista mucho del principio de la historia.
Quiero decir que nos es muy necesaria una educación que nos haga capaces de ser conscientes de nuestra propia esencia,  es decir, que sepamos darnos cuenta de qué es esencial, qué es importante en el transcurso de una vida humana, limitada entre dos momentos: el nacimiento y la muerte.  Del antes y el después no me atrevo a decir nada porque nada sé.

Un ser humano necesita cuidados y aprender de los otros. Para evolucionar y sobrevivir necesitamos al colectivo. Sin embargo en nuestras sociedades tendemos al individualismo. En principio esto no tendría que ser ni bueno ni malo. A mi entender hemos de equilibrar nuestra necesidad de individualidad con nuestras necesidades como colectivo. Para ello retomo lo dicho más arriba , es imprescindible ir en la dirección de aumentar nuestra consciencia como especie, darnos cuenta de nuestros límites, aceptarlos y manejarnos para sobrevivir. Y además educarnos en la compasión, entendida como capacidad de empatía y de amor hacía los otros.
Esta manera de mirar al mundo permite que siendo uno mismo, y libre, a la vez nos sintamos parte del todo, evitando tanto sufrimiento innecesario.


Por tanto creo que es imprescincible una educación que enseñe a nuestros hijos qué es lo esencial, a no tener miedos infundados, a tener coraje y a formarse para ser lúcidos y críticos, y muy importante ser compasivos y amorosos. En cualquier modo de organización que se cree, urge tener siempre en cuenta que todos tenemos una historia y aprendizajes distintos y eso hace que seamos diferentes y tengamos tan diversas formas de entender las cosas. Por ello urge ponerse de acuerdo en lo que nos une.





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