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27 de agosto de 2019

Crónicas de New York o qué es lo que estamos haciendo.



He tenido la oportunidad de vivir unos días de experiencias en New York City este verano, algo que no entraba en mis prioridades a corto plazo, sin embargo tengo una hija que está en plena efervescencia y me dejé arrastrar por uno de sus sueños. No sé qué le ha dado todo el mundo con esa ciudad que sale en la mitad de las películas americanas, pero marca tendencia la escapada a ese lugar. Desde que he estado no hago más que saber de gente que va a ir, que está allí o que ha estado en dos, tres o más ocasiones. Sorprendente. Me recuerda a cuando estaba embarazada y no hacía más que ver a otras mujeres con sus barrigas y, que como, andaban construyendo nuevas vidas. La cosa es que hace un par de años estuvimos en Londres, también con mi hija, y lo pasamos muy bien. Para mi fue una muy buena excusa para relacionarme con ella fuera de la rutina diaria. Fue entonces cuando empezó la cantinela de ir a NY y, ¿cómo no?, tuve que dejar muy claro que nosotras no somos capitalistas que cogen un vuelito así, como para tomar un café en las Chimbambas y volver con unos trapitos, ya de paso. Ahí anda la conciencia ecologista que sermonea sin descanso acerca de cómo contaminamos y la conciencia social, que anda minando las apetencias, recordando que hay gente que se muere de hambre mientras nosotras andamos planeando movernos por el globo terráqueo como quien monta en un taxi. Total que medio en broma le dije que si quería ir tan lejos que trabajara...Y cuál fue mi sorpresa cuando ni corta ni perezosa, reparte cuatro CV por Altafulla playa y ahí que encuentra un trabajo en un restaurante de playa con un contrato de verano y se pone a trabajar mes y medio, sin tener ni los 17. Y gana su dinero e insiste en lo de cruzar el charco. Así que todo el invierno mirando youtubers hablando de NY, qué visitar, qué no perderse, qué y dónde comer....y así nos plantamos en un avioncito en la ciudad más visitada de EEUU, la meca del consumo.

No voy a daros la vara con las cosas que hay que ver porque para eso hay decenas de esos y esas youtubers que lo hacen de maravilla. Simplemente en esta entrada os diré que cogí varias novelas de Paul Auster - recuerdo a Harvey Keitel en la película que se rodó basada en su novela Smoke y pensé en buscar el estanco desde el que cada mañana tomaba una instántanea, en Brooklyn pero desistí ante tamaña metropoli-; una de las primeras novelas- Ojos Azules- de Toni Morrison, nobel de literatura, y dos -La mujer singular y la ciudad y Apegos feroces- de Vivian Gornik, periodista y activista feminista de Brooklyn. Es interesante leer de la mano de escritoras que han vivido las calles por las que vas a perderte. Te permiten ambientarte antes de llegar y recordar cuando ya has vuelto a casa.

Sí mencionaré como un punto a no perderse, la Public Library, al lado de Bryant Park, plaza donde se celebran conciertos y espectáculos gratis a lo largo del verano. Si vuelvo a ir, me dejaré una mañana o una tarde completas para disfrutar del ambiente que se respira. Allí encontramos la exposición temporal dedicada a explicar los sucesos de Stonewall en el 1969. 




Exposición en la Public Library de NYC, jnuio 2019
Movilizaciones en el 69 en NYC

Reivindicando el amor libre a finales de los 60 (Foto de la exposición en la Public Library de NYC  - junio 2019)

La gente se manifestó con gran fuerza contra las redadas que se hacían en el pub de ese nombre, situado en el barrio de Greenwich Village. Se reivindicaba el amor entre personas del mismo sexo, libertad para amar a quién y cómo quisieras. Una exposición muy interesante de la que hice varias fotografías, como las que os cuelgo en esta entrada y que hablan por sí solas.

Tuvimos la suerte de poder presenciar, el último domingo de junio, de regreso de una incursión de un par de noches en el país vecino, Canadá, el impresionante desfile reivindicativo del Orgullo,  con decenas de comparsas que reivindican la libertad para amar como se quiera y he de decir que me hizo muy feliz ver cómo hay lugares en que en ese sentido ya se tiene claro y me encantó ver como cada cual se atreve a ser como es y como quiere ser.

Otra cosa no sé, pero en NYC cada cual va como le da la gana, no hay una moda a seguir, eclecticismo total en las vestimentas, al menos en la gente corriente. Eso sí no voy a ignorar que la sociedad está muy pero que muy estratificada, aunque nos vendan la meritocracia y todo eso de que quien se esfuerza, llega -me pregunto a dónde, ¿a tener una gran casa, un gran coche?-. Pero los números, las estadísticas son las que son. Por Manhattan, todos los porteros de los grandes edificios son hombres negros. En el metro se ven pocos ejecutivos, que suelen ser el prototipo blanco y trajeado que te encuentras en la zona financiera, junto a algunas mujeres con taconazos y vestidos de marca y buena confección. Una cosa es el mundo del "bussiness" y otra lo que se mueve bajo tierra. En el metro muchos negros, sudamericanos, gente de todos los lugares, currantas y currantes y muchas turistas. Y el Bronx lo pueblan negros y sudamericanos y los pisos de lujo de Manhattan y las urbanizaciones de lujo, mayoritariamente los habitan blanquitos. Curioso que en esas zonas de casas magníficas hace un tiempo ni dejan detenerse a los vehículos si se te ocurre embarcarte en un "Tour de contrastes"...Mejor ir por tu cuenta si tienes ganas de explorar.

La gran ciudad tiene diversidad de culturas, de zonas, de ofertas y cada lugar necesita su tiempo. No sé si volveré alguna otra vez. Si lo hago repetiré el barrio de Williamsburg, en Brooklyn - es alucinante ver una comunidad judía, es como trasladarse en los años, hacía el pasado-. También callejearé por Harlem  y veré si me atrevo con el Bronx, esta vez no he tenido tiempo para ir sola. Es lo que tiene ser turista con poco tiempo.

Eso sí, he podido de constatar que todo el mundo, más allá de su dinero y de su color de piel, va con móvil y la mayoría usa cascos inalámbricos en los oídos y a su rollo. Y una cosa me ha quedado clara, el mundo se hunde, fijo: miles, millones de vasitos de café, colas y refrescos, a diario, en la mano de ciudadanas apresuradas y sedientas... Cientos, miles de envases de plástico de comida para llevar...Ya sé que no hace falta irse a NY para constatar todo esto, pero el reflejo de ese estilo de vida es lo que viene, lo que ya hemos adoptado, no solo aquí, así que, ¡qué lindo es viajar y qué chupiguay es merendarse el mundo, antes de que él se nos meriende a nosostras! Aish....



30 de Junio de 2019 Desfile del Orgullo en NYC