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24 de septiembre de 2013

Testigos de la Historia.

He tenido la suerte de conocer a un matrimonio de españoles, jóvenes octogenarios, que por ser republicanos tuvieron que cruzar la frontera y sobrevivir en Francia, cuando, en el 36, los golpistas que vinieron a "salvar" la patria, alzándose contra la Segunda República, se apoderaron  del Estado Español. Venían a "liberarnos" de una forma de organizar lo social que pretendía ser más justa para el pueblo. Temían la Reforma Agraria, temían el pensamiento crítico, odiaban el comunismo y por nada del mundo hubiesen permitido aquí un país de la órbita rusa. Ahora no voy a entrar en los errores y gordos del llamado mundo comunista, tal vez otro día, que la cosa da para bastante. A lo que iba, a partir del año 39,  todo aquello que olía a rojo o a librepensador  y no atravesó las fronteras, o tuvo la loca suerte de que alguien le ayudase ,  fue eliminado a lo largo de un sinfin de negras noches, una vez acabada la sangrienta guerra, durante la cual, es verdad, nadie se quedó manco. Y es que, al margen de la justificación que damos las izquierdas de que la culpa fue de los sublevados, idea que comparto, en ambos bandos las personas hicieron barbaridades. Y tal vez en ambos bandos hubo héroes que se atrevieron a salvar vidas. La cosa es que los asesinatos no acabaron con la victoria del bando Nacional. Las tapias de los cementerios fueron testigos y para prueba testimonios y fosas comunes. ¡Qué horror en nombre de la Paz, la Justicia y el Orden! Es necesario cerrar capítulos y para ello se necesita conocer la Historia y no obstaculizar la Memoria.
Hubo quien pudo escapar, como ellos, que cruzaron la frontera en los caminos de la retirada, en este caso por La Junquera. Tuvieron la suerte de no pisar las cárceles franquistas y las indefinidas humillaciones de una España derrotada, aunque antes de empezar a levantar cabeza les esperaban duros años de calamidades, en un pueblo vecino, que no les acogió con la dignidad que merecían y que además les miraba con recelo, según me cuentan. "A nadie le gustan los refugiados", me explican.
Los campos de refugiados, entre ellos Argeles, en la mismísima arena de la playa , no fueron un lugar precisamente de ensueño. Quiero apuntar aquí cómo también hubo lugares como la maternidad de Elna, donde una enfermera llamada Elizabeth Eidenbenz, con ayuda de una asociación suiza, habilitó una mansión donde las refugiadas republicanas pudieran parir con unas condiciones mínimas de confort, lejos del frío y las necesidades de los campos.
Y digo que me ha encantado conocerles porque son de los últimos testigos de hechos importantísimos de la Historia. Tras muchas penurias fueron testigos de la liberación de París. Ella, aún una niña, vió desfilar los primeros tanques, españoles, y al leer a voz en grito "¡Don Quijote,  Brunete, Guadalajara, Madrid, Ebro...!", uno de los soldados le preguntó si era española y a su respuesta afirmativa se vió cogida en volandas y desfiló encima de uno de los tanques de la NUEVE , compañía que luchó con el General Leclerc y a la que no se ha reconocido su importancia en la liberación. Todos aquellos republicanos españoles lucharon por un ideal, por la libertad perdida, más que por una bandera, y su esperanza era que la libertad conquistada en Francia, atravesara también los Pirineos. Por desgracia no llegarían a verlo. La verdadera libertad de los pueblos no es el interés que mueve las guerras.
Él, originario de Sant Adrià del Besós, me decía que tuvo que huir con 9 años y cómo nada más cruzar la frontera, separaron a su familia: los hombres,  llevados a los campos, y  las mujeres con los niños a refugios. Al año y medio su padre consiguió poder salir a trabajar como carpintero y reunida la familia, marcharon en diez días,a pie, hasta Burdeos, para nada, porque tras tanta penuria, fue llegar ellos y la ocupación alemana a un tiempo. Hasta el 47 no empezaron a levantar cabeza.
De pequeño hablaba catalán, sin embargo ya no lo recuerda, a diferencia de su hermano , unos años mayor. Su padre, que trabajaba en el Ayuntamiento tenía como tema importantísimo la educación y la cultura, el teatro y el deporte. La sociedad en la Catalunya de aquellos años estaba adelantada con respecto a lo que después del golpe militar sobrevino. Había mucho movimiento cooperativo y habían valores de libertad y de trabajo por el bien común. Pero eso no interesaba a las clases poderosas, a los terratenientes andaluces , ni a los empresarios capitalistas, catalanes o no, aunque habría de todo, por supuesto. A estas alturas empiezo a distinguir  que buenas personas las hay en todos lados. La cosa es cuando se calla frente a la injusticia o se refrendan leyes que favorecen sólo a unos pocos.

También vivieron el Mayo del 68, y fueron testigos de cómo los estudiantes recibían duros golpes de las fuerzas del "orden". Parece que eso no cambia.
Me explican cómo en la Francia actual también tragan con ruedas de molino y que la gente se la deja meter por todos lados. Yo creía que allí tienen más conciencia política pero por lo visto es bastante parecido a lo de aquí, aunque se movilizan más fuerte de forma puntual, pero una vez acabada la movilización todo el mundo se vuelve a sus casas y ahí se acabó el asunto.

Como testigos de la historia, y como personas de conciencia, se sorprenden de cómo la juventud, los pueblos, nos dejamos llevar por una gran dejadez frente al avance de las fuerzas conservadoras, que están acabando con todos los derechos conseguidos a fuerza de luchas obreras. Él, a sus 83 años, todavía se siente un revolucionario y un contestatario, que no quiere callar cuando el caso merece que hable o que grite.
La verdad, me quedé con ganas de darles un abrazo y hablar un poquito más. En un próximo encuentro no se  me escapan.





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