Con ánimo de aprender

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22 de septiembre de 2012

Unas gafas poco halagüeñas


Pido perdón de antemano por este escrito tan poco optimista, que no anula mi capacidad de lucha para ilusionarme con las pequeñas cosas.
Algunos momentos pienso que mi manera de filtrar lo que pasa en el mundo es agorera, aguafiestas, un poco “torracollons” que se diría en catalán. Y acto seguido me digo que aunque me pusiera unas gafas con cristales rosas compradas en Eurodisney, la cosa está como está y no pinta demasiado bien.
Las tendencias de las recientes e inacabadas reformas en lo económico nos encaminan, como ya he dicho en otras ocasiones, a una sociedad dual y extremadamente polarizada, donde una la clase media dejará de ejercer  esa dulcificación de las injusticias, en su papel estabilizador, sencillamente porque va a dejar de existir. Volveremos, como afirma Antonio Baños, en su libro “ Posteconomía, Hacía un capitalismo feudal” publicado en la editorial Libros del Lince este mismo año , a un nuevo feudalismo, moderno .  La mayoría ya somos esclavos y lo vamos a ser todavía más. Si queremos vacaciones, en breve tendremos destinos donde elegir, eso sí no veremos un euro, si dejamos el puesto de trabajo. No sé porqué barrunto que el descanso, al fin, será más que merecido e incuestionable , una elección personal , en función de si puedes o no costearlo.
En cuanto a la educación,  va siendo evidente que a partir de ya mismo, a la Universidad accederán sólo aquellos muy buenos estudiantes, excelentes, o los que dispongan de recursos suficientes. Volveremos a tener pocos licenciados, y el mercado podrá acogerlos en su seno como Dios manda, ¡faltaría más! Así vamos a tener una nueva sociedad , que ya no estará ni cabreada, porque no sabrá de donde le vienen y a parte pronto se olvidará que en un pasado las cosas empezaban a ser diferentes.
¿A quién le importa volver a un mundo así? A mí. Me importa y...
me preocupa, pura y llanamente por egoísmo. Yo deseo un lugar donde vivir, no donde sobrevivir. Tal vez al que tiene muchos recursos no le parezca preocupante, y sin embargo lo es. No quisiera yo tener que vivir en un gueto de lujo para no tener problemas de violencia callejera o tener que arriesgarme a mezclarme con el lumpen si me atreviese a salir del perímetro de seguridad.
Podría casi afirmar que a mí ya me gustaba esta pseudodemocracia que hemos tenido hasta hace poco. Me quedaba la esperanza de poder mejorarla, de poder desde dentro ir ampliando la justicia aquí y en el mundo, de ir cambiando las reglas inhumanas del capitalismo sin alma. Cada vez veo mejor lo que tanto había criticado, porque lo que se está preparando es mucho peor. Ya sabemos como funcionaban los Cortijos andaluces,  en general, y nos dirigimos a velocidad de cohete intergaláctico a un Cortijo de enormes dimensiones con el agravante de que desconocemos al señorito, que ahora ya empieza a ser un enemigo invisible, difuso, de mil tentáculos inabarcables. ¡Qué miedo!
Tal vez estamos a tiempo de cambiar el rumbo si construimos un sendero con menos ansías de lucro y algo más de compasión, en el sentido budista del término. Vivir con menos no asusta. Asusta tener que competir por conseguir lo imprescindible.
Pido disculpas por esta visión fatalista. Es necesario el análisis crítico de lo que nos dicen qué pasa, de lo que realmente pasa, y es imprenscindible la organización para poder cambiar hacia algo menos cruel e injusto, no me atrevo a decir algo más humano, porque en nuestra naturaleza cohabitan la bella y la bestia.