Con ánimo de aprender

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16 de septiembre de 2011

EDUCAR CON ÉTICA: SÍ A LA ASIGNATURA DE CIUDADANÍA.
Alguno me tachará de inocente, de estar influida por la moral judeo-cristiana, de buenista y no dejarán de tener parte de razón. Es evidente que pertenezco a una cultura determinada y eso es algo de lo que no puedo escapar. Puedo hacerlo consciente y salir a veces de mi propia subjetividad, en la medida de lo posible.
Lo que sí tengo claro es que con independencia de las complejidades de nuestro sistema social y económico, la vida puede ser algo más sencillo y pleno. Para ello necesitamos ética y consciencia. Hemos de elegir: o seguimos comportándonos como alimañas o empezamos a pensar en el prójimo, como única fórmula para un posible desarrollo armónico. Y es imprescindible convertir la educación en el pilar básico para el cambio. O seguimos educando en la competencia, para la supervivencia del individuo en solitario, o empezamos a educar para la supervivencia de la especie humana en unas condiciones que permitan a cada uno de sus individuos ser y disfrutar de la plenitud que es ser para los demás. Esto no es nuevo. Desde la antigua Grecia se ha pensado mucho en los intríngulis del ser, del alma, de lo social, de lo humano. Hemos evolucionado muy poco, a pesar de que ahora tenemos una capacidad tecnológica que permitiría una mejor organización. El quid de la cuestión está en encontrar un equilibrio entre la libertad individual y las necesidades de la sociedad en su conjunto, que el ser humano no se encuentre maniatado, y que a la vez existan unos límites y unos mecanismos que permitan una sociedad menos polarizada. Es necesario superar los vicios estructurales de un Estado, que si bien parece imprescindible como garante del equilibrio, ha de minimizar sus errores en el aspecto burocrático y en sus desmanes de corrupción. Además el coste de mantener la política como medio garante del funcionamiento del sistema debe reducirse a la voz de ya. Es insostenible y vergonzoso lo que le cuesta a la ciudadanía mantener a la casta política y sus privilegios.
Es decir se necesita la intervención del Estado y a la vez la separación de poderes debe funcionar para agilizar la transparencia y la gestión eficiente. Y para ello volvemos a la necesidad de la ética. Y para ello es imprescindible una asignatura de Ciudadania. No comprendo como a los sectores más conservadores de la sociedad, que presumen de ciertos valores, les molesta esta asignatura. Desde mi agnosticismo, me atrevo a decir que esta asignatura debe de tener mucho puntos en común con las enseñanzas del cristianismo de base, no el de las altas esferas.
Los seres humanos somos duales, llevamos una bestia parda en el interior, a la vez que somos capaces de la más hermosa de las creaciones y de amar, de dar. Entonces o creamos un nuevo paradigma en que demos prioridad a lo importante, al poder ser, a la libertad con ética, o esto se nos va de las manos, y vamos a ir a parar a un mundo polarizado, con un pequeño sector de personas en la cima que necesitarán rodearse de mecanismos de seguridad para poder disfrutar de su estatus y un gran sector de población en condiciones bastante precarias donde la ley del más fuerte será la normalidad.
Estamos a tiempo y somos nosotros quienes podemos crear una realidad u otra.