Con ánimo de aprender

Este quiere ser un espacio para la expresión, para la comunicación, para el aprendizaje, para el ser. ¿Quieres viajar conmigo?
Deja tus comentarios, son imprescindibles.




6 de septiembre de 2013

La insoportable levedad del ser.

¿Cómo es posible estar insatisfecho en el paraíso? ¿Cómo es posible estar a gusto un día de perros en que todo sale fatal? Cosas de nuestra mente loca y la insoportable levedad del ser. 
En cuanto tenemos unos días para descansar, ¿qué hacemos? La mayor parte de las veces pensar en hacer un montón de cosas que hemos ido aplazando a lo largo del año a la espera de las ansiadas vacaciones y claro queremos que todo salga perfecto para poder finalmente regalarnos unos días para nosostros, tan merecidos. Y son tan altas las espectativas que no ahorramos en preparativos para esa promesa de felicidad ansiada.
Llegamos al lugar de destino que tan cuidadosamente elegimos para huir del mundanal ruido y sin embargo muchas veces llegamos a otro lugar en el que encontramos más ruido. Y ¡ay! si encontramos un lugar de silencios y soledades, nos quedamos sin saber qué hacer con tanta paz y sosiego. ¿Cómo demonios no habrá cobertura en un lugar tan hermoso? ¿Y qué hacer sin facebook o whatsapp? "¡Dios! El próximo año buscamos otro lugar conectado a la civilización.", nos decimos.
Naturalmente esto no siempre es así. Y alguna vez vemos la luz y aprendemos que podemos parar de hacer, que precisamente es en ese parar cuando podemos hallar un poco de paz. 
Pero que poquito dura esa lucidez porque nos parece una pérdida de tiempo parar, y ¡el tiempo es tan valioso!. Y volvemos a la vorágine de preparar el día : qué visitar, qué hacer para comer, y un largo etcétera de qués...porque las vacaciones son en familia por lo general y eso exige un ritmo. Los niños, la playa, las bicicletas, el pasarlo bien...Total que volvemos de las vacaciones con la sensación de que nos ha faltado tiempo y de que necesitamos unos días más para descansar de verdad.
Y esta es nuestra triste historia. Nos pasamos el año haciendo cosas que no nos llenan y queremos hacer un montón de cosas en los días de descanso, cosas que sí nos gustan y que en todo el año no nos hemos podido permitir, y así se nos pasa la vida entre el deber y el deseo.
Y de nuevo me viene a la cabeza que sólo desde la calma  y el ir hacía adentro, desde el silencio , es que uno puede encontrar algo del secreto que esconde esta vida. Y empiezo a vislumbrar que el secreto está en la sencillez de lo pequeño, de lo simple, del no apego, del respirar profundo, del mirar con ojos agradecidos por la vida, del salirse del ego, al menos un poco...Quizás sea la edad. De jovencita no pensaba así, por supuesto. Con menos años una se dedica a investigar, a conocer, a buscar la aprobación más allá de uno mismo... porque en estas cuestiones se enseña poco en la escuela y en la familia... y porque la experiencia sólo se adquiere con el tiempo y la vida.
Ahora con los años, lo físico sigue siendo importante, pero parece que se quisiera entender qué es esto que te conecta con un plano más espiritual, o tal vez sea la necesidad de llenar vacíos, de entender qué hacemos aquí, no sé...el caso es que muchas veces me viene a la cabeza el título del libro de Milan Kundera, "la insoportable levedad del ser", y la película del mismo título, que en su día me encantó.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión me interesa.